(A propósito del
Proyecto para contratos docentes 2012)
José Ramos
Bosmediano, educador, miembro de la Red social para la Escuela Púbica en las
Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)
El gobierno del Presidente Humala, por fin, ha revelado que
en materia educativa continuará con el mismo modelo heredado del fujimorismo de
los años 90, continuado en los primeros 10 años de gobierno “democrático” del
siglo XXI. El aumento presupuestal en
educación para el 2012 solamente es un pequeño parche para programas parciales
(inicial sobre todo) pero no para remontar la crisis ni desmontar la reforma
neoliberal.
Dos medidas recientes nos llevan a afirmar lo anterior. La primera, como lo hace notar Farid Matuk (“La retórica ha regresado”, La República de Lima, 27/10/2011, p.
14), es la regresión presupuestal para el 2013 según el nuevo Presupuesto
Multianual de tres años. La segunda, el
Proyecto de “Directiva de Normas y
Procedimientos para la selección de docentes mediante contrato en Instituciones
Educativas Públicas de Educación Básica y Técnico-Productiva en el período
lectivo 2012” No. 0536 del Ministerio de Educación (Resolución
Ministerial), de fecha 21 de octubre 2012, como documento de consulta al
magisterio nacional.
La consulta es retórica, por
tanto demagógica, porque el contenido del Proyecto no difiere de las normas que
se han venido dando desde el fujimontesinismo, reajustadas por los gobiernos de Paniagua, Toledo y Alan García Pérez. La mayoría de los maestros sin trabajo o
contratados por enésima vez ya saben que las consultas son saludos a la
bandera. Los requisitos, proceso de
inscripción, elaboración y administración de las pruebas, evaluación de
expedientes, etc., no son sino un proceso engorroso para los maestros que, con
el título pedagógico obtenido y otorgado en “nombre de la nación”, según las
autoridades “son ineficientes” para enseñar en las aulas. Cómo este argumento no es suficiente, se dice
también que como hay excedentes de maestros titulados para un número menor de
vacantes, “de alguna manera” hay que seleccionar “a los mejores”.
Con un manejo simple de las
estadísticas de población escolar no matriculada en el Perú y la necesidad de
matricular a todos (¿no les gusta, pues, la palabra “incluir”?) construir
escuelas para todos, dotar de maestros titulados a todos, así como materiales
de estudio, etc., el número de maestros “excedentes” desaparecería
inmediatamente. Pero eso supone un
presupuesto anual para la educación no menor del 6% y frenar el proceso de la
privatización y la municipalización de la educación, forma indirecta de
privatización.
Todas las condiciones para el
contrato de docentes “por servicios personales” (el CAS de la educación, como
el CAS de médicos a través de los CLAS, creaciones también del
fujimontesinismo) se repiten en el proyecto firmado por la Ministra Salas.
El título pedagógico
carece de valor
El discurso neoliberal contra el
título pedagógico viene también de la misma década podrida de nuestra vida
nacional. Como hay que seguir
preparándonos, lo que siempre fue cierto, el título pedagógico se vuelve
simbólico, meramente referencial y carece de valor cuantitativo en la
evaluación de un postulante al contrato o a la carrera pública.
El fujimontesinismo ideó una
capacitación docente que carecía de base científica, pues los “entes
capacitadores” solo se preocuparon por cobrar y bastaba tener una onegé u
organizar una asociación para participar en el inservible PLANCAD.
Durante los sucesivos gobiernos
en los últimos 10 años, los reformadores neoliberales idearon un nuevo
organismo y sometieron a licitación el trabajo de capacitación docente, como
también lo hicieron con esa farsa de la alfabetización y con el proceso de las
acreditaciones de los institutos superiores (Pedagógicos y Tecnológicos).
En los últimos años, para el
regocijo de los dueños de la educación universitaria privada y la necesidad de
incrementar en algo sus recursos las abandonadas universidades públicas, los
maestros, para ser “mejores maestros”, deben estudiar Maestría y Doctorado,
viéndose obligados a endeudarse para estudios de postgrado y diplomados.
Así está el negocio de la
educación, lo que al Dr. Manuel Burga, historiador y ex Rector de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, le hace escribir: “¿A dónde va la universidad peruana?” (La República de Lima,
27/10/2012, p.12), refiriéndose a las universidades-empresas en el Perú
neoliberal.
¿A dónde va el título
pedagógico?, podemos preguntarnos. A la
nada, es la respuesta. En el cuadro del
puntaje en distintos rubros de la evaluación, hasta tener educación secundaria
completa tiene puntaje para el postulante, así como los títulos no pedagógicos,
los estudios superiores no concluidos. Pero no el título pedagógico. Vale nada frente a las capacitaciones a las
que me he referido. Si el título
pedagógico es solo un habilitante simbólico para postular a la docencia, entonces
por qué los estudios que no alcanzan ese nivel de formación profesional sí
merecen los puntajes para la calificación.
La docencia a bajo
costo
Considero un atropello material y
moral cuando en el proyecto de marras el gobierno ofrece remuneraciones que no
llegan ni a la mitad del costo actual de la Canasta Básica Familiar, entre 905
y 1005 nuevos soles mensuales para maestros que, además, carecerán de derechos
sociales y vacaciones, pues su contrato, en el mejor de los casos, será de
marzo a diciembre. No se requiere mucha
imaginación para intuir los malabares que estos maestros harán para cumplir con
su trabajo pedagógico, en las ciudades y en el campo. Por supuesto que las remuneraciones de los
demás maestros que ya tienen estabilidad laboral no son muy superiores y sus angustias
después de la primera quincena del mes
son enormes. El sueldo de un maestro peruano es, apenas, el equivalente al
gasto de un día de alimentación de cualquier burócrata bien pagado. Su trabajo, en cambio, es superior a las
triquiñuelas de ese bosque de corrupción que nos empobrece más. Pero es más lamentable si lo comparamos con
los miles de nuevos soles mensuales que
obtiene un(a) inútil concejal o consejero en los gobiernos municipales y
regionales, respectivamente, producto de
“dietas” y “viáticos”.
Uno de los objetivos macroeconómicos
del programa neoliberal es, como se sabe, disminuir los gastos del Estado,
sobretodo en servicios de educación y salud. Se creyó que el gobierno de Presidente Ollanta
Humala nos reservaba una política diferente, con tanta ¡inclusión! en sus
discursos. Pero su discurso “incluyente”
no se aleja del significado que da a ese término el Banco Mundial: una metáfora
para seguir encubriendo las grandes desigualdades sociales.
A estas alturas y con el ejemplo del proyecto de normas para
los contratos docentes, ya sabemos que la historia neoliberal se repite, mucho
más cuando el documento considera como contratantes también a aquellas
municipalidades a las que el gobierno aprista entregó la educación básica,
demostrando que eso de de no ser de izquierda ni de derecha solo lleva escondido
el programa neoliberal. ¿No dijeron que
la municipalización de la educación se suspendía?.
La lucha de los maestros seguirá
siendo un proceso arduo y largo para
recuperar sus derechos. Eso de mejorar
la Ley de Carrera Pública Magisterial de hechura neoliberal, no pasará de ser
un nuevo señuelo.
Iquitos, octubre 27 del
2011
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