sábado, 27 de junio de 2009

Significado histórico del día 6 de Julio

El día 6 de Julio, tiene un doble significado histórico para el magisterio peruano, pues celebramos el Día del Maestro en nuestro calendario cívico y la fundación del glorioso y combativo SUTEP.

Durante el Gobierno del Presidente Manuel Apolinario Odría Amoretti, por Decreto Supremo del 4 de mayo de 1953 se estableció el 6 de julio como Día del Maestro Peruano, a partir de este día, por ser de estricta justicia, se rinde gratitud y reconocimiento a quienes con abnegación y visión crítica de nuestra realidad, despliegan una importante labor para contribuir a la transformación de las estructuras de nuestra sociedad. Nuestra misión no solo radica en la labor de la enseñanza aprendizaje en el aula, sino en analizar con visión crítica nuestra realidad así como moldear la conciencia de los niños, para que sean hombres que luchen por la transformación de su patria y sean los artífices para un nuevo destino del Perú, basado en el respeto de los derechos de las personas y el principio de justicia social.

Los maestros del Perú recibimos con mucho agrado los homenajes y reconocimientos que nacen de la sinceridad de nuestros alumnos, de nuestros padres de familia y de la comunidad que valora nuestro rol en la sociedad y nuestro trabajo al servicio del pueblo. Trato de sintetizar y reunir los calificativos que daban al maestro, los maestros Germán Caro Ríos, José Antonio Encinas Franco y José Carlos Mariátegui La Chira y Horacio Zeballos Gámez, ellos señalaban que el rol de los maestros debe estar orientado a la búsqueda de una nueva educación en el Perú, consideraban que la nueva alternativa educativa debe emerger de las aspiraciones democráticas de las mayorías, de sus propias necesidades, de su ligazón e identidad con el pueblo. En tal sentido, se referían al maestro pueblo, al maestro líder, al maestro político, al maestro revolucionario, al maestro analítico de su realidad, claro está en continuo aprendizaje para cualificar su labor social y educativa.

En el libro “ 7 Ensayos de interpretación de la Realidad Peruana” José Carlos Mariátegui La Chira, aplica el método de análisis dialéctico de la economía y la sociedad, comprendiendo dentro de este esquema de análisis : el problema del indio y el problema de la tierra, cuestiones fundamentales para comprender con claridad los planteamientos sobre el problema de la educación ( Proceso de la Instrucción Pública). El método analítico utilizado por Mariátegui, se basa en el materialismo histórico, el método dialéctico materialista, es decir, el marxismo; en su condición de marxista “convicto y confeso”, pero también como militante e intelectual consecuente con el Socialismo y con su patria. El pensamiento de Mariátegui continúa vigente pues nos ha servido para analizar la realidad educativa de ese tiempo a sí como hoy nos sirve para analizar la realidad educativa actual, nos da los elementos de juicio pertinentes así como nos motiva para asumir una lucha consecuente, firme y sin concesiones frente al neoliberalismo.

El 6 de Julio de 1972, en la ciudad del Cuzco, se realizó el I Congreso Nacional del SUTEP, en este evento orgánico se fundó nuestra gloriosa y combativa organización sindical, en dónde fue elegido Horacio Zeballos Gámez como su primer Secretario General, este hecho trascendental para la educación y el magisterio peruano se produjo durante el Gobierno del General Juan Velasco Alvarado (I fase de la dictadura). El Glorioso SUTEP bajo su orientación clasista, enfrentó a la dictadura velasquista con mucha firmeza, consecuencia y dignidad en defensa de los derechos de los maestros y de la educación de nuestro pueblo. La continuidad de la inquebrantable línea sindical clasista nos condujo también a defender nuestros derechos y enfrentarnos al Gobierno del General Francisco Morales Bermudez (II fase de la dictadura), en el Paro Nacional del 19 de Julio de 1979 medida de lucha histórica que se constituyó en un pilar fundamental para el retorno a la democracia en nuestro país. Este 6 de Julio, celebramos el 37º aniversario del Glorioso SUTEP, cumplimos 37 años de lucha junto al pueblo, de lucha constante frente a los diferentes gobiernos de turno de corte liberal y neoliberal, teniendo como ejes fundamentales la defensa de nuestros derechos y de la escuela pública en nuestro país.

Que, el día del maestro, nos sirva también para reflexionar sobre nuestra práctica pedagógica en las aulas, sobre nuestra labor social y educativa al servicio de la comunidad, para continuar con el cuestionamiento de los currícula impuestos que no obedecen a nuestra realidad, en suma, que el día del maestro, nos sirva para reflexionar sobre la esencia de ser maestro como lo dijera el escritor argentino Julio Cortázar, hagamos del ejercicio de la docencia en la escuela, un proceso permanente de aprendizaje, de estudio y superación hasta adquirir lo que él llama “la esencia del ser maestro”, la comprobación y superación de lo aprendido y la asimilación de todo lo que significa seguir aprendiendo.

Compañeros maestros, estos son los motivos para afirmar que el 6 de Julio tiene doble significado histórico para la educación y el sindicalismo clasista en nuestra patria, sintámonos orgullosos de nuestra organización sindical, pero a la vez exijamos continuidad del carácter firme y consecuente de nuestra lucha, abandonando las prácticas concesivas frente al gobierno aprista y al neoliberalismo en su conjunto.

¡ Feliz Día Maestro Peruano ¡ ¡ Viva el Glorioso SUTEP ¡

Luis Miguel Espino Delgado
Secretario General - SUTE Base “Santa Teresita”
Ex Secretario General Dptal. - SUTE Cajamarca.

sábado, 20 de junio de 2009

Nuestros maestros guías


Esencia y misión de los maestros peruanos.

José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP .

A Raúl Torres (maestro liberteño), por su fortaleza para seguir educando y luchando; a Wílliam Flores y Orlando Casanova (maestros loretanos) y a todos los maestros que nos han dejado su ejemplo de dignidad

En estos días me encontré, leyendo el último libro (póstumo, con el título “Papeles inesperados”, 2009, ALFAGUARA, Lima, pp. 162 - 166) del genial escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), con un artículo suyo: “Esencia y misión del maestro”, publicado en 1939 cuando el autor de “Rayuela” ejercía la docencia en su país.

Desde hace muchos días me disponía a escribir una “carta a los maestros peruanos”, considerando que el próximo 6 de julio celebramos en nuestro país el Día del Maestro, en un marco político signado por la confrontación entre un sector importante del pueblo oprimido (los indígenas originarios) y la clase dominante actual con su gobierno neoliberal; pero también en medio de otra de las evaluaciones estandarizadas de docentes que promueven la incorporación de estos a una seudo carrera pública magisterial a efecto de desregular más el ejercicio de la docencia en el país e introducir la competencia individualista para que, vía el salario, el gobierno restrinja más el gasto educativo, que ya es vergonzoso comparando con el resto de los países latinoamericanos y caribeños.

El artículo de Julio Cortázar me ha vuelto a reafirmarme en el pilar humanista de la profesión docente, visión inequívoca de los clásicos de la pedagogía moderna y contemporánea de los siglos XVII, XVIII, XVIII y XX, de todos aquellos que han forjado la ciencia de la educación. Tres son las ideas básicas que quiero resaltar y compartir con los maestros peruanos en un momento de claro fracaso de la reforma educativa neoliberal y su política magisterial.

Tres ideas fundamentales.

Está la idea fundamental de la preparación integral de los futuros docentes en un proceso de “estudios largos”, una formación de larga duración que, como responsabilidad, le compete al Estado, llamado a garantizar a la sociedad una educación que promueva el desarrollo material y espiritual de sus habitantes. Carrera larga es la magisterial y no esa “carrera” que consiste en preparar maestros con unos cuantos cursos de metodología simplificada para formar meros “facilitadores” del proceso en las aulas; o la otra propuesta, más descabellada aún, de convocar a profesionales (desocupados o fracasados) ajenos a la pedagogía para adiestrarlos en una supuesta metodología del aprendizaje y convertirlos en una suerte de maestros coyunturales, satisfaciendo, así, a los que lucran con la educación privada. La idea que inspira a Julio Cortázar es la de un educador de un país (Argentina) que, en su tiempo, ya había desarrollado un proceso educativo de los más avanzados en América Latina (a su lado: Uruguay, México y Chile, luego la cubana de la Revolución de 1959, que ha superado a todos los países de nuestra América), con una tradición pedagógica sobresaliente que se enriqueció en las décadas siguientes, hasta llegar a ese hiato pedagógico que significó la reforma neoliberal del largo régimen del hoy procesado Saúl Menem (década de los 90), con su municipalización de la educación, los recortes del gasto educativo, la congelación de los salarios de los maestros, la evaluación estandarizada para una “carrera magisterial” que hoy se pretende aplicar en el Perú, amén de un currículo constructivista por competencias. Sin una formación académica integral, que supone años de estudios sistemáticos y multidisciplinarios, la profesión docente se convierte en caricatura. Es lo que nos está ocurriendo en el Perú en estos tiempos de neoliberalismo, sin haber tenido, en el pasado, salvo excepciones, un proceso de formación docente como el que menciona Cortázar.

Pero Cortázar se adelanta en lo que hoy se denomina “formación continua” o permanente de los maestros. Se trata, según el escritor, de una etapa de ejercicio de la docencia en la escuela como un proceso permanente de aprendizaje, de estudio y superación hasta adquirir lo que él llama “la esencia del ser maestro”, la comprobación y superación de lo aprendido y la asimilación de todo lo que significa seguir aprendiendo. El ejercicio de la docencia se convierte en la consolidación de la vocación de maestro. La vocación docente, en realidad, es un constante hacerse. En esta etapa el maestro se integra al trabajo cultural, al uso pedagógico de los nuevos conocimientos y sus aplicaciones, a la asimilación crítica de las nuevas ideas. Esta fase, de relación empática con los estudiantes, no será posible si el maestro distrae su atención en otras actividades para su sustento diario. Cortázar concibe el ejercicio docente como una forma de sacrificio especial, hablando, incluso, de la “santidad” del maestro en el sentido de asumir su misión con mística especial, mística y sacrificio que no puede confundirse con el “sumiso apostolado” que pregonan quienes prefieren un maestro “apolítico”, ajeno a las palpitaciones de su tiempo y país. Esta formación permanente está muy lejos de las denominadas capacitaciones que el neoliberalismo viene promoviendo, dirigidas no a formar maestros que sientan satisfacción por su labor, sino a la mera preparación para responder a pruebas estandarizadas de escaso valor pedagógico. La pregunta que fluye del comentario anterior es: ¿puede un maestro peruano, en las condiciones económicas, sociales y culturales del Perú actual, formarse en el ideal de la “esencia del ser maestro” que Cortázar nos sugiere?

La otra idea de Cortázar se refiere a los componentes o contenidos de la formación docente en ambas etapas. Formación intelectual interdisciplinaria, formación de los sentimientos positivos y formación de los valores que promueven la vida, la justicia, la percepción estética y los valores relacionados con el cultivo de la ciencia: la verdad, la objetividad, la visión de conjunto de la realidad natural y social. La cultura docente no se agota en la especialidad. Abarca una sólida formación intelectual que permita comprender el contexto en el que se desarrolla el trabajo de formación de las nuevas generaciones. El cultivo de los sentimientos más elevados. El cultivo de los valores que la humanidad ha forjado en el campo de las ciencias y tecnologías, de los derechos ciudadanos y humanos, de la justicia y del arte. El neoliberalismo actual, aunque algunos de sus mentores y sus textos de diseño curricular digan lo contrario, sólo promueve la formación intelectual en sus aspectos de uso inmediato y pragmático. El contenido curricular de la reforma educativa neoliberal en curso en el Perú, puede ser denominado antihumanista, pues toda su lógica pedagógica se orienta por un ideal de indudable vocación instrumentalista: formar empresarios para un mundo competitivo. ¿Hay ejemplos de este ideal pragmatista al alcance de todos? Uno de ellos: el ex Vicepresidente del gobierno del señor Toledo, Raúl Diez Canseco, cuya censurable actuación pública debiera de inhibirle para dirigir un centro educativo, como la Universidad San Ignacio de Loyola, de la cual es dueño luego de su disputa con su otrora mafioso socio Carlos Boloña Behr, “Chicago Boys” fujimorista. Reducir el contenido curricular a ese ideal pragmatista no conduce sino a la pedagogía del más ramplón tecnocratismo.

Una triple formación, que es parte de la mejor tradición pedagógica moderna y contemporánea, nos previene de tanta simplificación que ministros y funcionarios pretenden hacernos pasar como “buenas prácticas” docentes.

Una crisis estructural de la educación.

Los maestros americanos, particularmente los latinoamericanos y caribeños, están enfrentando uno de los momentos más críticos de la educación en cada uno de sus países. La crisis educativa que empieza a manifestarse en la década de los 60, que los estudiantes denunciaron durante todo el año 1968, empezando en Francia y Alemania (París, Nanterre, Berlín), se ha profundizado desde la década de los 80 con la aplicación de las reformas neoliberales. Las crisis educativas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX fueron mitigadas con reformas curriculares, metodológicas y administrativas. La crisis actual, que por su duración puede parecerse a las crisis de onda larga que para la economía capitalista ha planteado Kondratiev, no cede a ninguna de las reformas que se han dado en los últimos 50 años.

Las reformas de los años 60 y 70 del siglo XX, con sus componentes de tecnología educativa, psicología neoconductista y objetivos instruccionales, duraron lo que duró el proyecto desarrollista de la Alianza para el Progreso impuesto por Estados Unidos. La propuesta de “Aprender a ser” de la UNESCO se quedó como una simple utopía.

Después vino la reforma de la educación de la Europa de la UE, de 1984 – 1994, cuyos resultados no han sido los esperados por los reformadores. Las presentes y masivas expresiones de descontento de maestros y alumnos en Alemania frente al sistema educativo vigente trascienden la coyuntura y definen una realidad que requiere verdaderos cambios.

Han sido las distintas reformas educativas neoliberales en Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Chile y en casi todos los países latinoamericanos y caribeños, bajo la orientación de la economía del libre mercado, las que han demostrado que la superación de la crisis educativa actual es parte de la superación de la crisis del capitalismo, que la envuelve y explica; y por más cambios curriculares que se hagan, o por más que se amplíe la cobertura de la educación privada o se imponga políticas magisteriales de rasgo productivista-individualista, no tendremos más resultados que los que hoy vivimos en el Perú.

¿Qué educación está en crisis en nuestro país y en la mayoría de los países americanos? La educación capitalista, como expresión de la crisis de un sistema, del colapso de sus instituciones fundadoras de los siglos XVII y XVIII (economía de libre mercado, democracia burguesa parlamentaria, concentración y uso privilegiado de la riqueza material, de la cultura y de los recursos científicos y tecnológicos por unas cuantas transnacionales que son las que dirigen el proceso de la globalización neoliberal actual). Incapaces de entender la naturaleza y las raíces de la crisis educativa actual, o con afanes de encubrimiento y justificación para sus reformas privatizadoras, los gobernantes han apelado al fácil recurso de concentrar la causalidad de la crisis en la formación y desempeño de los maestros, a quienes se ha calificado, incluso, de “ociosos”, “burros” y otros insultos que evidencian actitudes de desprecio hacia estos.

En el caso del Perú, la crisis educativa se agrava al tratarse de un país cada vez más subordinado a los intereses de la burguesía internacional dominante; donde no hubo, como en algunos países latinoamericanos, reformas de cierto contenido liberal progresista relacionadas con la escuela pública y sus elementos de democracia y nacionalismo. Sobre esta tradición colonial y republicana conservadora se ha montado la reforma neoliberal que ha terminado envileciendo el opaco espíritu moderno de nuestra educación. Basta con demostrar que luego del ejercicio ministerial de Luis E. Valcárcel, Jorge Basadre y José Jiménez Borja, todos los demás ministros de educación que hemos tenido durante todo el siglo XX y en estos años del nuevo siglo, no han sido sino expresiones burocráticas de la visión empírica que sobre la educación han tenido y tienen los gobernantes.

Contrastes y misión de los maestros peruanos.

Los maestros peruanos enfrentan muchas contradicciones. Si ser muy exhaustivo, parto del contraste o contradicción entre lo que los maestros inculcan a los estudiantes y lo que la sociedad, con sus instituciones y antivalores, impone desde la calle, los medios de comunicación y el propio comportamiento de los gobernantes, para no mencionar a la familia, cuya crisis también es evidente en todos los aspectos. Es una contradicción que se origina en la estructura misma de la sociedad peruana y no propiamente en la educación. Contradicción entre la educación formal y la no formal. Los neoliberales vienen pregonando una “sociedad educadora” sin plantearse la tarea de transformar la sociedad en crisis terminal, para usar un término propio de una enfermedad en estado de absoluta gravedad. Declaran en emergencia la educación pero no a la sociedad que la configura y define. Más bien defienden el sistema, cuyos “pétalos” no pueden ser tocados por nadie, mucho menos por los indígenas.

El otro contraste es el que existe entre las necesidades materiales y espirituales que debe satisfacer el maestro para cumplir adecuadamente su misión docente y las condiciones en que realmente trabaja, condiciones de pobreza, si bien no extrema, pero pobreza que le obliga utilizar su tiempo “libre” para trabajar en otro turno o en otra actividad ajena a la docencia, con el objetivo de agregar a su magra remuneración una cantidad adicional de dinero. No proceder así es resignarse a una terrible angustia. Pero la solución que da el maestro peruano a sus carencias remunerativas no le ayuda a cumplir su misión, por más preparado que esté. Los neoliberales pasan por alto esta situación, como lo han pasado todos los gobernantes del Perú republicano. Los neoliberales han optado por someter a los maestros a un proceso de evaluación estandarizada para elevar su salario. El Estado no le ofrece las condiciones adecuadas para el ejercicio de su profesión. El derecho a una remuneración adecuada se convierte en un deber del propio docente. Esta es la lógica de la denominada Carrera Pública Magisterial preparada y promulgada por el neoliberalismo en el Perú.
Las dos contradicciones señaladas sólo pueden ser comprendidas en el conjunto de otras, de mayor relevancia, que no vamos a señalar en este texto. El cumplimiento de la misión del maestro peruano en el marco de las contradicciones de la educción peruana tiene limitaciones que no pueden soslayarse. Comparativamente, son similares a las limitaciones que médicos y enfermeras tienen para el ejercicio eficiente de su profesión, lo que explica también los problemas de la salud pública y del desempeño agobiante a que se ven obligados los profesionales de la salud en establecimientos privados para incrementar sus ingresos.

Gran parte de las batallas por un nuevo país corresponde a los maestros, en las escuelas y fuera de ellas.

En las escuelas, asumiendo los valores que permitan forjar la conciencia de la transformación social, de la lucha por la justicia y la libertad, la práctica de la solidaridad, el amor a la patria como pilar de la lucha por la soberanía nacional, el cultivo de nuestros valores culturales como parte de nuestra identidad como nación frente a las fuerzas externas que utilizan su poderío económico para mantenernos subordinados a sus proyectos hemisféricos. Este trascendente objetivo sólo puede plasmarse a través de un proceso de enseñanza-aprendizaje integral, en el cual la teoría y la práctica funcionen como una unidad y para el cual el maestro requiere conocer lo que va a enseñar, cómo va a enseñar y hacia dónde debe orientar a los estudiantes, cuyas potencialidades debe despertar para que su papel en el proceso sea activo y no de mera repetición.

La “esencia y la misión del ser maestro” que señala Cortázar no es otro que el aprendizaje de una cultura de la transformación social. Toda capacitación pedagógica, todo estudio de postgrado y todo proceso de evaluación docente, al margen de esa cultura transformadora, carece de significado.

Fuera de la escuela, al maestro le cabe la misión del liderazgo en la lucha por las causas más nobles, por los ideales y aspiraciones de los pueblos. No es una casualidad que Alberto Pizango sea dirigente de su pueblo y también docente egresado de una universidad pública. Seguramente no estaría en condiciones de responder una prueba estandarizada que los neoliberales vienen aplicando en el Perú, México, Estados Unidos y Canadá; pero su papel de educador se ha puesto a prueba en la lucha por la dignidad de sus hermanos y de todo el pueblo peruano, a tal punto que quienes le insultaron de “salvaje” y hasta de “criminal”, han tenido que reconocer, por lo menos en parte, su obstinado error. “¡Pizango luchando también está educando!”, podemos repetir como cuando los maestros del SUTEP agitan esa histórica proclama de lucha.

En el Perú de hoy se enfrentan, en el terreno de la educación, el proyecto neoliberal que corresponde al capitalismo en crisis y el proyecto de educación democrática y patriótica como alternativa de nueva educación y como parte de la alternativa liberadora para “un Perú nuevo dentro de un mundo nuevo”, como lo señalara José Carlos Mariátegui.

Iquitos, junio 20 del 2009

miércoles, 10 de junio de 2009

Perú: TLC con sangre y demagogia.

José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en América, ex Secretario General del SUTEP.

Mi homenaje a los indígena amazónicos y otros ciudadanos caídos en las matanzas de Bagua y Condorcanqui, mi admiración por su lucha en defensa de la dignidad de los pueblos que no se rinden ante el opresor.

Dos meses, desde el 9 de abril, la sacrificada, heroica y legítimamente sustentada huelga indefinida de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana. Ya no son los caucheros de fines del siglo XIX y primeras dos décadas del siglo XX los que pretenden arrinconar hoy a los ancestrales habitantes de los territorios amazónicos y a los demás pobladores de esta inmensa región peruana que ocupa más del 60% del territorio nacional. Se encuentran ahora los nuevos “promotores de la inversión, del progreso y del desarrollo”, a decir del actual gobernante que, con soberbia de blanco mandón, denomina “incapaces” y “perros del hortelano” a nuestros pueblos originarios y a los campesinos que también habitan esta extensa naturaleza: las grandes empresas petroleras y los futuros empresarios del etanol. Las estadísticas de concesiones para la explotación de petróleo y gas en toda la Amazonía nos señalan que en territorio amazónico peruano llegan al 60%, muy superior al extenso Brasil.

La justa causa versus la demagogia y el autoritarismo burgués.

El desenlace del enfrentamiento no ha concluido. Los gobernantes demuestran, minuto tras minuto, que la razón de los vencedores de la conquista de hace más de 500 años sigue siendo el síndrome colonial que los acosa. Hablan y actúan como epígonos del santificador del genocidio que significó la conquista, Sepúlveda. No aceptan su responsabilidad política y, hasta cierto punto, su lógica de gobernantes a distancia de las transnacionales que les encarga sus intereses, es explicable. Los culpables son los que reclaman derechos. El dirigente Alberto Pizango ordenó a policías usar la brutal balacera que fue respondida por los indígenas. Pizango merece cadena perpetua, según los lacayos de turno. Ni contra Montesinos y Fujimori se pronunciaron con semejante lenguaje de amenazas e improperios, según ellos, para “no politizar el proceso ni interferir con la justicia”. Su lógica se ha puesto hoy al revés, pues se trata de “salvajes”, “primitivos”, etc., etc.

Para entender quién tiene la verdad y quién ha provocado el baño de sangre que hoy consterna a los peruanos y a no pocos habitantes de la tierra, hay que recurrir a la memoria más elemental sobre lo que viene ocurriendo en los años de este nuevo siglo en el Perú acerca de este acontecimiento.

Entre el 2001 y el 2006 gobernó un economista formado en la neoliberal Harvard (USA), Alejandro Toledo, cuya bandera principal en los cinco años de su gobierno fue “TLC sí o sí”, promovido y aprobado sin discusión ni consulta, pues “era la garantía” para el futuro progreso del Perú. Con el cinismo que ha caracterizado a casi la totalidad de nuestros gobernantes, el señor Toledo ha dicho en Canadá, mientras la Universidad de Winnipeg le otorgaba un doctorado Honoris Causa el 4 / 6 / 2009, que no se debe privatizar la Amazonía “sin consultar a las poblaciones aborígenes”. Hoy habla como pretendiente de un nuevo mandato presidencial a partir del 2011. ¿No funge como el “padre” del malhadado TLC con Estados Unidos? (“yo he dejado la mesa servida”, suele decir).

Cuando la campaña electoral para las elecciones del 2006, tanto el candidato nacionalista Ollanta Humala como el candidato aprista Alan García Pérez competían en su posición contra el TLC. García Pérez solía decir en sus discursos que no firmaría el TLC con Estados Unidos. Se autodefinía “antimperialista”, como siempre lo había hecho para las galerías. Sólo pudo ganar la Presidencia frente al nacionalista con todos los votos de la oligarquía neoliberal, que olió bien su tufillo neoliberal de segunda generación, como las reformas neoliberales que hoy desarrolla en alianza con el fujimorismo y demás parlamentarios que representan los intereses empresariales.
Más tardó en juramentar en el cargo que en firmar el TLC promovido por su antecesor Toledo.
Para los fines de vender las “tierras eriazas” y “ociosas” de costa, sierra y selva (Amazonía peruana), escribió un alegato lleno de sofismas, con el título de El síndrome del perro del hortelano, dos largos artículos en un diario que históricamente ha sido siempre el vocero más “ilustrado” e influyente de la oligarquía peruana de toda la etapa republicana que viene desde 1821: El Comercio de Lima. Su tesis principal: quienes se oponen a la venta de las tierras son enemigos del progreso del país, adicionando adjetivos insultantes a los críticos de la engañosa alternativa de la apertura comercial en la línea de la Organización Mundial del Comercio. Hay que vender las tierras a quienes tienen la capacidad de explotar sus recursos. ¿Y quiénes son estos los futuros dueños? Casi en su totalidad, extranjeros. No se requiere haber estudiado en Harvard o en la Sorbona para entrever hacia dónde se nos quiere llevar con los decretos privatizadores.

Inmediatamente, a principios del 2008, usando las facultades extraordinarias que le diera el Parlamento de mayoría aprista-fujimorista más los alfiles que votan con ella, promulgó más de 100 decretos legislativos, entre los cuales están los signados con los números 994, 995, 1015, 1020, 1060, 1064, 1080, 1081, 1083, 1089 y 1090. Las facultades extraordinarias fueron acordadas para que el Ejecutivo legislara sobre la modernización del Estado y su administración, lo que en lenguaje neoliberal significa simplemente privatización.

Entre enero y marzo del 2008, tanto los pueblos indígenas como las organizaciones populares de las regiones de Loreto, Ucayali, San Martín, Amazonas y Madre de Dios, regiones íntegramente amazónicas, además de algunos parlamentarios e intelectuales progresistas y fuerzas políticas de izquierda, se pronunciaron por la inconveniencia de los decretos que ordenaban la venta las tierras del Perú, en especial de la Amazonía peruana.

Significativa fue la lucha del Frente Patriótico de Loreto, organización popular que agrupa a las organizaciones sindicales, estudiantiles, magisteriales, campesinas, de barrios, comerciantes de mercados y fuerzas políticas, que convocó a una Consulta Popular realizada el 24 de febrero del 2008, con un resultado de más del 80% contra los decretos y la venta de las tierras amazónicas. Para el gobierno este pronunciamiento democrático no tuvo ningún valor, ni siquiera como una advertencia para el futuro, posición similar al referéndum realizado por los campesinos del Alto Piura contra la presencia de la minera Majaz.

Como el gobierno persistía con sus decretos, la organización indígena AIDESEP (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana), presidida por el indígena Alberto Pizango, realizó una huelga que fue suspendida porque el Parlamento se comprometió a revisar y, eventualmente, a derogar los mencionados decretos. Desde agosto del 2008 hasta abril del 2009 los indígenas estuvieron esperando que se cumpliera lo pactado, pero ni el Ejecutivo, ni el Parlamento, ni la Defensoría del Pueblo, mucho menos el Tribunal Constitucional, se interesaron por dar una salida adecuada al problema.

Así llegó el 9 de abril del 2009: el inicio de una nueva huelga indefinida de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana, con mayor convicción y más convencimiento de que estaban siendo burlados, con mayores acciones de lucha como el bloqueo de carreteras, tomas de puentes y de estaciones del oleoducto del petróleo.

Tanto el Primer Ministro como el Parlamento empezaron aparentemente a dialogar con los dirigentes indígenas, pero el uno y el otro negaba tener atribuciones legales para derogar o revisar los decretos, haciendo ir y venir a los dirigentes sin ningún resultado, maniobra política que en el Perú se denomina “mecer” (ir y venir como el vaivén de una hamaca), decir A cuando en realidad se piensa B. Esto exacerbó más el enfrentamiento hasta el punto que los indígenas empezaron a impedir que los camiones con combustible y víveres lleguen a las ciudades. La estrategia que estaba aplicando el gobierno –que sigue aún—es la de prolongar el conflicto hasta desgastar y cansar a los indígenas.

En este punto, el gobierno empezó a demostrar que los decretos son imprescindibles para seguir administrando el Estado, es decir, para cumplir con el TLC, ya que la privatización de la Amazonía es parte de la apertura del mercado que propugna la OMC, aun cuando no se indique con nombre propio.

Su intransigencia le llevó al Presidente García a ordenar el desbloqueo de la carretera Fernando Belaúnde Terry en el lugar denominado Curva del Diablo el pasado 5 de junio. Pero desde el 5 de mayo, la Marina de Guerra, con sus buques, atacó a los indígenas en el río Napo, bloqueado por estos para impedir el paso de los barcos de la Petrolera de nacionalidad francesa, PERENCO. La Marina de Guerra rompió el bloqueo, hundió las pequeñas embarcaciones (canoas) de los indígenas y facilitó el ingreso de la petrolera transnacional. Era el inicio de la represión brutal, cueste lo que costare, para servir a los grandes inversionistas.

El día 5 de junio, tropa policial de élite, con el apoyo del Ejército, ocupó las colinas que rodeaban la Curva del Diablo, mientras helicópteros derramaban balas desde el aire, produciendo las primeras muertes de indígenas y otros civiles que los apoyaban en esta lucha. Ante este ataque, los indígenas respondieron también con sus escopetas y mataron a policías, secuestrando a dos decenas de ellos. La matanza se produjo tanto en la Curva del Diablo como en otros lugares no identificados. La mayor parte de los policías secuestrados fueron asesinados por los indígenas ante la presencia de tropas del Ejército para rescatarlos y cuando se enterraron que sus hermanos estaban siendo asesinados, según el testimonio de uno de los policías secuestrados que, herido, logró ser rescatado por una patrulla del Ejército.

Es indudable que hay más civiles muertos que policías (un recuento preliminar hasta el día 8 de junio nos dar el resultado de 24 policías muertos y más de cincuenta civiles, entre indígenas y “mestizos”, más un grupo importante de desaparecidos, lo que daría un número de más de 150 indígenas asesinados) Es evidente también que fueron las fuerzas represivas las que iniciaron el ataque con bala. No se ha visto ningún indicio de haber utilizado, como medio de disuasión, gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes. Más bien hay indicios de cadáveres envueltos en costales tirados al río Marañón, cadáveres quemados así como la prohibición de retirar los cadáveres de numerosos indígenas asesinados. Todos estos hechos son negados por el gobierno, pero así como ocurrió con los crímenes de la Cantuta y Barrios Altos, negados también por el gobierno de Alberto Fujimori, se logrará saber con las investigaciones que deben realizarse. No debemos olvidar que la política de ocultar crímenes fue uno de los hechos más bochornosos del primer gobierno de Alan García, cuando éste ordenó intervenir en uno de los penales donde estaban recluidos los acusados de “terrorismo”, en 1988.

La demagogia y el cinismo pretende limpiar la sangre de las manos.

El comportamiento del gobierno revela que su decisión es de no dar paso a ningún arreglo pacífico, pese a que hasta los obispos católicos se han pronunciado en defensa de este tipo de arreglo, otorgando la razón a los indígenas. Inclusive hay periodistas de opinión que no están de acuerdo con los indígenas pero exigen al gobierno una apertura de diálogo. El gobierno, más bien, ha procedido a ordenar la captura de Alberto Pizango, a quien culpa de los asesinatos, cuando este dirigente ha estado todo este tiempo en Lima, hasta el mismo viernes 5 de este mes. La Ministra del Interior ha llegado a comparar el caso de Fujimori con el de Alberto Pizango, contra quien también, según ella, se puede proceder con el postulado penal de la autoría mediata por “ejercer poder” sobre los indígenas.

El Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Javier Villa Stein, denunció que el Poder Ejecutivo presionó a la jueza para ordenar la captura de Pizango. Esta patraña judicial es muy común en el Perú. Quien escribe este texto, fue denunciado como autor de supuestos desmanes contra la propiedad pública y privada durante la huelga magisterial de 1991. Los dirigentes magisteriales de la provincia de Datem del Marañón, que dirigían la lucha de ese pueblo exigiendo que se le reconozca como Provincia, fueron procesados penalmente por el asesinato de un joven manifestante, abaleado por la policía desde un helicóptero. El propio Mario Vargas Llosa, como comisionado para una investigación por el asesinato masivo de un grupo de periodistas en la comunidad de Uchuraccay, en Ayacucho, en los años 80, concluyó con la “brillante” tesis de que no había sido el Ejercito sino los comuneros que, “por su ignorancia”, habían confundido a los periodistas con senderistas y las cámaras fotográficas con fusiles o ametralladoras. La tesis de la “ignorancia”, aplicada a las nacionalidades andino-amazónicas, sirve para encubrir crímenes y lavar las manos manchadas de sangre de ciertos gobernantes.

Cuando escuchamos y vemos los rostros de los principales gobernantes apristas, no podemos menos que horrorizarnos frente a sus evidentes expresiones de odio, racismo y discriminación ante los indígenas. Nos referimos al propio Presidente de la República y sus peroratas llenas de sofismas; al Presidente del Parlamento, Javier Velásquez Quesquén, cuya ignorancia se ve de inmediato cuando quiere hablar de algo importante; al vocero parlamentario del gobierno, Aurelio Pastor, una persona que tiene problemas para razonar desde el punto de vista de lo legal; a la Ministra de Justicia, Rosario Fernández, de clara orientación fundamentalista que denota su afinidad con el OPUSDEI; la Ministra el Interior, Mercedes Cabanillas Bustamnate, que con su rostro compungido lanza insultos contra los indígenas “asesinos”; y el Primer Ministro, ex izquierdista Yehude Simon Munaro, alineado con los inversionistas transnacionales y urgido de popularidad para tentar la Presidencia de la República el 2011, sirviendo de instrumento de las estrategia del “cansancio” para derrotar a los indígenas.

Para los gobernantes mencionados, los héroes de la democracia y de la patria son los policías muertos en los enfrentamientos con los indígenas, los que no provocaron, los que buscaron el “diálogo”, como si ellos serían los políticos para dialogar con los dirigentes en lucha; en fin, los policías son los únicos que merecen un entierro con todos los honores. En cambio, los indígenas muertos no son mencionados ni como muertos porque son los “subversivos”, los “terroristas”, los que “han preparado un complot contra el Perú” con apoyo extranjero, los que son, como dice Galeano, los nadies por que no tienen nada; por tanto, son los que no merecen ni siquiera ser enterrados por sus familiares. El odio de clase expresado en racismo y discriminación.

¿Qué hacer? .
¿Qué podemos esperar hacia adelante? No es fácil prever. Pero hay algunos elementos que se pueden mencionar:
Primero, un movimiento indígena que no ha bajado la lucha, frente a un gobierno que está dispuesto a no ceder, salvo que se dé una presión muy fuerte tanto interna como desde los organismos internacionales de derechos humanos, que permita derrotar la campaña de encubrimiento que está desarrollando el gobierno. Hay más de 50 mil indígenas en el movimiento activo.

Segundo, el gobierno sigue enviando tropas a las zonas convulsionadas para “liberar” carreteras tomadas, lo que puede derivar en nuevos enfrentamientos sangrientos, mientras que, a nivel político, ha ideado una táctica de encubrimiento a través de una “comisión de diálogo” con “personas de prestigio”, como acaban de anunciar dos ministras de Estado. Esta propuesta, de prosperar, no servirá más que para evadir sus responsabilidades políticas.

Tercero, las organizaciones que apoyan el movimiento indígena han programado acciones de lucha: movilizaciones y paros regionales de uno o dos días. Hay una profusa circulación cibernética de correos, blogs y otros artefactos virtuales desenmascarando al gobierno. Éste se está quedando solo, apoyado en las armas y por sus aliados fujimoristas y afines.

Cuarto, la Defensoría del Pueblo ha propuesto la apertura de un nuevo diálogo con los nuevos dirigentes indígenas que están sustituyendo a Pizango, en vista de que éste se encuentra refugiado en la Embajada de Nicaragua en Lima. El gobierno insulta a Pizango de “cobarde” porque no acepta la orden de captura, pero no califica así a tres ex ministros de Sánchez de Lozada procesados en su país por la matanza de ciudadanos bolivianos y hoy con asilo político otorgado por el gobierno peruano.

De mantener el gobierno aprista la estrategia del enfrentamiento armado, puede derrotar a un movimiento indígena poco integrado al movimiento obrero y popular del Perú que no tiene, por lo demás, mucha fuerza para grandes acciones como las que requiere la defensa de la Amazonía, lo que no significa que una eventual derrota significaría la culminación de la resistencia indígena con una futura alianza popular más sólida y de mayor alcance político.

La lucha contra el neoliberalismo tiene, en el movimiento indígena actual del Perú, una confrontación importante, aun cuando no haya sido concebida como tal. Pero el futuro de este movimiento indígena ya no puede ser pensado, ni debió serlo a lo largo de la vida republicana, autosuficiente y al margen de la lucha política del Perú actual. Requiere integrarse a la lucha general por un nuevo país, a la lucha por el socialismo.

Para hacer frente a la ofensiva represiva del gobierno y toda su perversa campaña que busca desprestigiar al movimiento indígena y a quienes lo apoyamos; para mantener la resistencia indígena y hacer posible la victoria, es urgente:
a) Ampliar más la campaña de denuncia y esclarecimiento contra la estrategia de sangre y demagogia del gobierno, mediante la radio, la TV, los volantes y pronunciamientos, tanto a nivel interno como externo.
b) Desarrollar en el país movilizaciones y paralizaciones debidamente preparadas por las organizaciones populares y políticas que se solidarizan con la lucha de los pueblos indígenas, consolidando la unidad en torno a los frentes de defensa para no dispersar el movimiento.
c) Promover pronunciamientos de solidaridad con el movimiento indígena peruano desde las instituciones y organizaciones del exterior, aprovechando los canales virtuales; al tiempo que es posible la realización de manifestaciones frente a las embajadas peruanas en cada uno de los países.
d) Lanzar la campaña de investigación de los hechos por instituciones internacionales y nacionales que garanticen independencia y seriedad para llegar a la verdad de los hechos y sancionar a los responsables políticos de los asesinatos, evitando que el gobierno monte un aparato que sólo buscará culpar a los indígenas.

Desde un sentido más estratégico, de largo plazo, es tiempo de tomar el problema indígena como parte de la lucha por un nuevo proyecto nacional, por una alternativa de transformación social en el Perú, en la que la Amazonía Peruana, el Ande como riqueza alimentaria y la Costa con su mar, son los escenarios del futuro desarrollo del Perú por los peruanos, escenarios de culturas ricas y diversas sobre cuyos valores podemos hacer florecer la peruanidad, superando nuestra situación de culturas agredidas y despreciadas por el poder de una clase dominante que solamente ve al Perú como despensa para sus estrechos objetivos y los del capitalismo imperialista.

Cuando se observa la lucha indígena, no hay otra conclusión que la de su gran potencialidad para unirse a la clase obrera, a los campesinos, trabajadores de las ciudades, patriotas que buscan forjar un país soberano, y a las fuerzas políticas comprometidas en la lucha por el socialismo en el Perú.

El aislamiento de la lucha indígena, en la Amazonía y en el Ande, no garantiza sino su mayor arrinconamiento. Con el sistema capitalista que hoy domina, no hay ningún “refugio” seguro para las nacionalidades indígenas, como lo demuestra el caso chileno de los mapuches, cercados por las empresas de la madera y las hidroeléctricas. En el caso de la Amazonía peruana el peligro es mayor porque está la depredación del medio ambiente, de la biodiversidad, vía el monocultivo para el etanol y la explotación del petróleo y el gas. Está en peligro la propia vida de los amazónicos.

¡Cuán vigentes están las tesis que sobre la cuestión indígena que elaborara José Carlos Mariátegui en la década de los años 20 del siglo pasado!

Iquitos, junio 8 del 2009

viernes, 5 de junio de 2009

Fracaso de la Pedagogía Neoliberal.

José Ramos Bosmediano, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP.

Un mínimo porcentaje de maestros se ha inscrito para ser evaluado por orden del gobierno para ingresar a la seudo carrera pública magisterial que establece la Ley 29062. Los 11 222 maestros que se han dejado embaucar por los cantos de sirena y la campaña, más que millonaria, con sus ofrecimientos de salarios “fabulosos” , amén de presiones de ciertos directores y funcionarios de direcciones regionales y de UGEL, no corresponden ni al 4% del universo convocado para el concurso. En actitud ridícula, faltando poco para el cierre del plazo de inscripción, el empresario y Ministro de Educación José Antonio Chang Escobedo, descubierto en estos días como posible comprador del Panamericana TV, salió desesperado a convocar a los docentes que trabajan en las escuelas privadas, olvidando, o ignorando, que gran parte de esos maestros trabajan, en otro horario, en la misma escuela pública, tan denigrada en tiempos de neoliberalismo y privatización de la enseñanza. Sin duda alguna, el SUTEP, con todas las vacilaciones de las cuatro últimas dirigencias nacionales, ha vuelto, en los últimos dos meses, a enfrentar con aceptable altura a la política antimagisterial que el gobierno aprista viene aplicando, esclareciendo el contenido de la evaluación y los propósitos de desregulación laboral de la llamada Ley de Carrera Pública Magisterial.

La situación que hoy enfrentan los maestros peruanos ante a las pruebas estandarizadas es similar a la de los maestros canadienses, estadounidenses, ecuatorianos y mexicanos. En el pasado, ya lo sufrieron los maestros chilenos a partir de Pinochet, los profesores argentinos con el neoliberal Saúl Menem, los nicaragüenses con la ex Presidenta Chamorro y sus sucesores neoliberales, los brasileños con Collor de Mello y Henrique Cardozo, sin haber sido eliminado del todo con la actual administración del PT con Lula Da Silva. ¿Ha mejorado la educación pública con la aplicación de las pruebas estandarizadas y con toda la pedagogía de la reforma educativa neoliberal que aplicaron bajo el auspicio y la orientación del Banco Mundial? . Mediciones tras mediciones de la “calidad” dicen todo lo contrario. Sin embargo, en el Perú, “expertos” y periodistas neófitos en pedagogía han venido ponderando las políticas educativas neoliberales; incluso se sumaron a los insultos que el Presidente Alan García profiriera contra los maestros peruanos, como lo viene haciendo hoy el “progresista” Presidente ecuatoriano Rafael Correa.

El “maestro” Jaime Cisneros y la Carrera Magisterial.

Don Luis Jaime Cisneros, lingüista y autor de importantes libros sobre su especialidad, ha devenido, en los últimos años, en articulista sobre temas de educación, cuyos textos de los últimos años han sido publicados en un libro. Sus artículos dominicales en La República de Lima se han venido convirtiendo, cada vez más, en alabanzas a las políticas educativas del gobierno aprista y, especialmente, a la tesis pedagogista según la cual, toda calidad educativa se explica simplemente por el desempeño docente, sin tener en cuenta las condiciones que determinan ese desempeño. Ergo, la educación peruana está mal porque los maestros son pésimos. Por supuesto que don Jaime pondera el valor de comprender a los estudiantes, guiarlos adecuadamente en el proceso enseñanza-aprendizaje, y sobre otros tópicos que todo maestro conoce pero que es difícil llevar a la práctica con estudiantes que no desayunan, que carecen de un ambiente social propicio, etc.; pero también con las limitaciones económicas y sociales por las que atraviezan los maestros peruanos, obligados a trabajar en doble turno y hasta en otras actividades para sobrevivir. La ubicación de clase del lingüista Cisneros, su posición económica y social privilegiada a lo largo de su vida, le hace olvidar que la pedagogía no está en el aire. Acaso, con la erudición que tiene, podría haberse olvidado de las enseñanzas, teóricas y prácticas, de Paulo Freire y su intento de cambiar la realidad, y sabiendo que Freire no fue un marxista ni mucho menos: fue, qué duda cabe, un hombre inteligente y sensible a los problemas de su tiempo, sobre todo frente al subdesarrollo de las sociedades latinoamericanas.

Pero en su artículo Educación y calidad en el Perú (La República, 31 / 05 / 2009, p. 21), don Jaime Cisneros, como quien no mira lo que viene ocurriendo, empieza su texto diciendo que Los diarios informan sobre convocatorias para quienes desean inscribirse e integrarse en las nuevas estructuras de la carrera magisterial, agregando en seguida: Y también, para no perder la costumbre, hay acusaciones y protestas. Después de esta magistral evasión de la realidad, expresada con la displicencia de quien huye de lo “feo” que es la lucha de los trabajadores, a la que califica de mera “costumbre”, toma el famoso Proyecto Educativo Nacional que tiene real autoría en Foro Educativo y que el Consejo Nacional de Educación no hizo más que darle una adecuación para situar sus utópicos resultados en el año 2021. Después de glosar los seis objetivos del PEN y ponderar sus supuestos y futuros logros, vuelve a la carrera pública magisterial de contenido neoliberal para pontificar sobre la calidad docente: Esa calidad de formación docente la garantiza ahora la nueva carrera pública magisterial. Difícil de creer que un profesor de largo desempeño, que ha experimentado reformas educativas por lo menos de los años 50, pueda creer en utopías, y hacer creer a quienes, seguramente por ingenuidad, han decidido sumarse a la ola neoliberal, como aquellos maestros de los 70 que creyeron a fe ciega, en la tecnología educativa sistémica y sus objetivos instruccionales.

El “meritocrático” Nicolás Linch y su fracasado ministerio.

Por su parte, el ex Ministro de Educación del gobierno neoliberal de don Alejando Toledo (2001 – 2006), Nicolás Linch, en su articulo Carrera magisterial: fracaso político (La República, /04 / 06 / 2009, p. 18), tratando de tergiversar los hechos para llevar el agua a su molino de enfrentamiento político con Patria Roja, se atreve a decir que el fracaso de la evaluación estandarizada en esta oportunidad se debe:
a) La falta de una política articulada para la educación.
b) La no aplicación del PEN.
c) El coqueteo con Patria Roja, que le lleva a golpear a todos los maestros.
d) Los vacíos de la Ley de Carrera Pública Magisterial. ¿Qué plantea como alternativa el “izquierdista” Nicolás Linch?: nada menos que una carrera magisterial por méritos en los marcos del PEN, es decir, igual, individualismo y competencia entre maestros.

Primero, ¿es verdad que el gobierno aprista carece de una política articulada para la educación del Perú? Afirmar esto es ignorar o querer ocultar la continuidad de la reforma educativa neoliberal que desarrolla el gobierno aprista y que también desarrolló el gobierno de Perú Posible, uno de cuyos aspectos es, precisamente, la evaluación punitiva mediante pruebas estandarizadas, a las que también apeló Linch cuando fue Ministro de Educación. ¿Acaso este tipo de evaluaciones no fue implantado por el fujimorismo desde febrero de 1995? La reforma educativa neoliberal articula la privatización con la desregulación laboral, la tesis de la responsabilidad absoluta de los maestros en el proceso de la crisis de la educación con la política de cercenamiento de los derechos laborales y profesionales, la municipalización de la educación con su privatización, la concepción mercantilista de la educación con la enseñanza “por competencias” a través del constructivismo, etc.
Segundo, la aplicación del PEN carece de relevancia frente a un proyecto educativo que le sobrepasa y al que sirve como mampara, proyecto neoliberal diseñado en la Ley 28044 o Ley General de Educación promulgada, ¡oh coincidencia!, por el gobierno al cual Linch sirvió como Ministro. ¿Acaso el PEN contradice en algo al neoliberalismo? Al contrario: no establece ninguna contradicción con la privatización de la educación y se zambulle en las aguas turbias de las “buenas intenciones”.
Tercero, desde que Linch abjuró de su marxismo-leninismo, hace ya muchos años, exacerbó su confrontación con los comunistas, particularmente con los de Patria Roja, a quienes denomina “arcaicos” porque mantienen su posición marxista-leninista y, como tales, mantiene su dirección sobre el SUTEP, lo que lleva a Linch a afirmar, como casi todos los más recalcitrantes defensores del neoconservadurismo neoliberal, que el SUTEP y Patria Roja son los culpables de la crisis de la educación, al lado de los maestros. El sociólogo Linch, que se opuso, con toda razón, a la evaluación estandarizada para los maestros universitarios, procedió a aplicarla cuando fue Ministro y hoy quiere ignorar el papel del SUTEP en la defensa de los maestros, de todos y no solamente de unos cuantos. El fujimorismo pretendió aislar a la dirigencia de las masas magisteriales y negó el diálogo a partir del golpe de Estado de abril de 1992. Apelar al coqueteo, aun cuando pudiera existir, es una simple falacia para explicar la política punitiva contra los maestros. Esta política, incluso con cualquier otra dirección sindical, tenía que darse porque no hay otra manera de imponer la susodicha carrera pública magisterial: es política enfilada a todos los maestros, por más que Patria Roja no estuviera dirigiendo el gremio. Linch, en lugar de enfrentarse al neoliberalismo cuando fue Ministro del gobierno de Toledo, se enfrentó al SUTEP. Su carrera política se alimenta de ese enfrentamiento.
Cuarto, ¿hay vacíos en la nueva Ley de Carrera Pública Magisterial? Si los hay, perjudican al gobierno, mas no a los maestros. Contra los maestros todo está completo: desregulación laboral, niveles IV y V inalcanzables para la gran mayoría de docenes, evaluación estandarizada, concepción individualista de la profesión docente, etc. Cuando hay vacío en una Ley, lo apropiado es pedir su modificación, lo que Linch no plantea, quedándose con su inútil PEN y su “meritocracia” de liberal social-demócrata que la Tercera Vía y su fracaso convirtieron en artefacto para el Carbono 14.

Hasta de razonamiento lógico suficiente carece Linch cuando afirma que los maestros están asustados. A lo mejor algunos de los que se han inscrito lo hicieron por el miedo de ser castigados, pero la gran mayoría ha rechazado con dignidad la bravata y la campaña del gobierno y toda su prensa limeña. El objetivo del gobierno fue crear miedo, pero no logró. También jugó con el falso ofrecimiento del “paraíso salarial”, y tampoco le dio resultado.

La lucha del magisterio peruano, lo reiteramos, es la lucha de los maestros latinoamericanos enfrentándose al proyecto neoliberal que, cual fiera herida, pretende levantarse para no ahogarse en la charca de sus atrocidades. Será, por lo que se ve, una lucha larga todavía.

Iquitos, mayo 5 del 2009.
¡ Apostemos por una nueva educación en nuestro país !
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