José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP.
Demagogia y Autoritarismo.
El discurso presidencial fija como objetivos básicos de la acción gubernamental hasta el 2011 generar “orden” e “inclusión”
El orden define el autoritarismo creciente a medida en que la población ha venido sintiendo y captando la orientación proempresarial del gobierno, su entraña proimperialista y el manejo corrupto de la administración pública, desarrollando numerosas luchas que el gobierno enfrentó con la represión. Y no se trata solamente de la represión al movimiento popular, cuyo extremo, hasta hoy, es el trato despectivo y punitivo contra el movimiento indígena amazónico y sus principales líderes, sino que también trasuntan autoritarismo el conjunto de decretos promulgados al margen de la opinión de los sectores que, de una manera u otra, son afectados por las decisiones económicas y sociales que implican. Hasta los analistas y periodistas de opinión que comulgan con las políticas neoliberales admiten que el autoritarismo es uno de los rasgos más sobresalientes del gobierno aprista, abiertamente expuesto con motivo de la lucha indígena.
La voz de “orden” ha sido consustancial a los gobiernos peruanos que han enfrentado conflictos con el pueblo. A mayor polarización social, no tuvieron mejor salida que desenfundar el látigo y el sable para “escarmentar” a los que “atentan contra el orden público”. El discurso de García Pérez apela, nuevamente, al “complot internacional” que “manipula” a los que luchan en el Perú por sus legítimas exigencias para pedir a la policía que “usen sus armas” para resguardar el orden. La “guerra fría” de la que habló no es sino la aplicación criolla de la “guerra del bien contra el mal” que esgrimiera George W. Bush para lanzar su “guerra preventiva”. La guerra preventiva de García, siendo cómica, tiene elementos trágicos en la matanza de campesinos, de nativos y policías. La policía sabe hoy que puede matar sin que nadie le reclame nada porque su acción está protegida por una de las leyes de este gobierno, el decreto legislativo 982. En el momento actual los dirigentes indígenas son perseguidos por la muerte de policías el 5 de junio en Bagua, pero los policías que han matado indígenas son considerados “héroes” (¿?).
El autoritarismo aprista se inscribe, pues, en la tradición autoritaria del Estado peruano republicano. Hoy se pone al servicio del neoliberalismo cuya consolidación es una de las tareas que se ha propuesto la dirigencia aprista y toda la derecha peruana.
El objetivo de la “inclusión”, palabreja generalizada por el Banco Mundial para dar la impresión de que el neoliberalismo puede tener “rostro humano”, no pasa de ser un planteamiento demagógico en todos los terrenos de la acción gubernamental. Para encubrir el centralismo en las decisiones presupuestas de acuerdo con el Marco Macroeconómico Anual, elaborado bajo la autoridad del FMI de acuerdo con las cartas de intención, verdaderos documentos de subordinación del Perú a ese organismo de dictadura económica internacional, el gobierno ha establecido los denominados “presupuestos participativos”, a cuya sombra se protegen todos los actos de corrupción y las campañas reeleccionistas de alcaldes y autoridades regionales. En educación, se encarga la “inclusión” de niños discapacitados (niños con necesidades educativas especiales) a los maestros de la educación básica con sobrecarga docente y con escaso apoyo de especialistas en ese tipo de pedagogía especializada. En materia de salud, se implanta el Sistema Integral de Salud sin el financiamiento necesario, así como se proyecta el aseguramiento universal cuando ni los afiliados actuales tienen una atención compatible con sus necesidades.
La demagogia reside en ofrecer inclusión en un país donde se acentúan más las desigualdades sociales y donde la privatización de los servicios básicos constituye una parte importante de los negocios empresariales, partiendo del “mundo competitivo” como una realidad imposible de ser puesta en tela de juicio, cuyo cuestionamiento significa oponerse al progreso y al desarrollo. Y es que la palabra “inclusión” se ha generalizado como la metáfora de la “depuración” de la justicia social en nuevas condiciones, así como “equidad” se ha impuesto como metáfora de la igualdad social. Ésta, para los neoliberales, no pasa de ser una quimera, un sueño de opio al que no debemos aspirar porque “no todos somos iguales”, como si las desigualdades sociales hubiesen sido creadas por la naturaleza y no por el proceso histórico de la lucha de las sociedades humanas divididas en clases sociales.
La demagogia aprista explica la facilidad con la que sus jefes, desde el mismísimo Víctor Raúl Haya de la Torre, cambien de discurso y de conducta política según sus necesidades de supervivencia política y manejo del poder. Explica también hoy su unidad con lo más negro de la política peruana surgida en la última década del siglo XX: el fujimontesinismo y sus aliados menores, cuyos integrantes forman parte del Consejo de Ministros y ocupan otros cargos públicos de relevancia. En esta alianza neoconservadora no podría faltar la postura teológica fundamentalista del Opus Dei en la voz del Cardenal de la Iglesia Católica, Monseñor Luis Cipriani, colaborador de la represión político-militar de la dictadura fujimontesinista y justificador de las políticas antilaborales de aquel régimen corrupto. Este político religioso es famoso por dos afirmaciones suyas en aquellas circunstancias: “en el Perú, el que no trabaja es porque no quiere”; y “los derechos humanos son una cojudez (sic)”. En su homilía del 28 de Julio, con la asistencia del presidente García, se refirió también al complot internacional contra el Perú, a la necesidad del perdón a los que han defendido la patria contra el terrorismo, en clara alusión a los militares y gobernantes que violaron los derechos humanos, además de robar al Estado, y por los cuales han sido sentenciados, incluyendo al propio Alberto Fujimori Fujimori. Asimismo, habló de la necesidad de orden en el país, uno de los ejes del discurso presidencial de ese mismo día. Una referencia insignificante sobre esta intervención de Cipriani incluye La República de Lima en su edición del 29 / 07 /2009, p. 16.
En consecuencia, el discurso presidencial ha planteado, una vez más, la continuidad del proyecto neoliberal con el cual se ha comprometido ideológica y políticamente. En esta orientación se inscriben los anuncios más importantes de su acción gubernamental hacia el 2011.
Barniz para la democracia burguesa en crisis.
El planteamiento de renovación del Congreso a mitad del período no es nuevo. Ni la segunda vuelta para la elección de los gobiernos regionales. Plantearlo hoy, sin tener en cuenta el plazo y la forma necesarios para la reforma constitucional que hagan posible la segunda vuelta electoral, es parte de un tinglado para entretener a la ciudadanía en un asunto de escasa relevancia para el país.
En primer lugar, lo que está en crisis no es simplemente la forma de elección de los gobernantes. Es la democracia burguesa la que se encuentra en crisis en el Perú. La democracia burguesa que funciona en los países capitalistas desarrollados tiene bases históricas y económicas de las cuales carece el Perú. En nuestro país las clases dominantes no han sido capaces de actuar una revolución burguesa, capitalista. Por lo demás, esta burguesía criolla ha quedado inhabilitada para llevar a cabo una tarea histórica de gran envergadura, como es la revolución burguesa que la independencia de 1821-1824 no pudo cumplir. Los que hoy hablan de “revolución capitalista” en el Perú, son aquellos que defienden la presencia dominante del capital transnacional en nuestra economía, sin considerar que éste capital no ha producido una economía que pueda llamarse nacional. Viene, acumula ganancias y expatria los excedentes, dejando en el país miserias en impuestos y en salarios más miserables aún. El capitalismo en el Perú no se presenta como una alternativa de progreso social, de desarrollo, de integración nacional. Ya no constituye un ideal de justicia. Su tiempo histórico ya periclitó. De mantenerse, sólo producirá más desigualdades y más subordinación a lo extranjero.
Lo que producirán las segundas vueltas electorales no será el mismo manejo empresarial de las campañas. El pretendido fortalecimiento de la democracia se convertirá en un mero ritual formal para embriagar de elecciones al pueblo oprimido. No se puede fortalecer un sistema político en franco agotamiento, en debacle histórica indudable. Si hoy permanece como una ilusión democrática es porque las masas no han logrado aún la conciencia de la necesidad de trasformar el estado de cosas en el Perú. De esta carencia se aprovecha la derecha neoliberal para lanzar sus señuelos de “democracia representativa”.
El referéndum con el cual el presidente García amenaza al Congreso si es que éste no se pone de acuerdo con la reforma para las segundas vueltas electorales, tiene la misma orientación de distraer y arrastrar a las masas hacia su demagógica propuesta.
En el fondo, lo que busca el gobierno aprista es encubrir un evidente plan político hacia el 2010 y el 2011: crear las condiciones para que el partido aprista gane posiciones para seguir manejando el Estado, como partido o en alianza con sus afines neoliberales.
El señuelo de la descentralización.
¿Qué se ha descentralizado hasta hoy en el Perú? Nada menos que la corrupción y la pobreza. En su tiempo, José Carlos Mariátegui habló de la descentralización de la pobreza, pues la corrupción no tenía el peso que hoy tiene. Lo que existe ahora es una reproducción ampliada de estos males de la república criolla. La transferencia de competencias a municipalidades y regiones no ha producido la solución a los problemas fundamentales de las poblaciones supuestamente beneficiadas.
La municipalización de la educación y de la salud, con la experiencia habida en América Latina, sólo ha significado la reducción del presupuesto nacional para esos servicios, sin la necesaria complementación de las municipalidades. Las ambiciones despertadas en gran número de alcaldes y concejales por el supuesto incremento de sus finanzas para fines educativos, por ejemplo, se han estrellado contra la realidad de la municipalización como un mecanismo ideado por el Banco Mundial para transferir responsabilidades financieras del gobierno central hacia la población. Los reclamos de las municipalidades incursas en el plan piloto de municipalización están hoy a la orden del día al no recibir la transferencia de los recursos para el funcionamiento de las escuelas.
Pero al margen de la descentralización neoliberal, el discurso presidencial, al lado del incremento de los fondos para las municipalidades, ha anunciado, sin consultar con nadie, la creación de los “núcleos ejecutores” para la denominada “descentralización popular”, verdadero mecanismo directamente manejado por el partido gobernante con un funcionario tantas veces cuestionado por el manejo de fondos del Estado y su vinculación abierta con el convicto delincuente, hoy en libertad, Agustín Mantilla.
Más de 4 mil millones de soles, a razón de 500 mil por núcleo ejecutor, serán administrados por personas dedicadas a construir pequeñas obras públicas, modalidad impuesta en los 90 por el fujimontesinismo a través de FONCODES, institución estatal que se mantiene. Esa cantidad de dinero no será supervisada por la Contraloría General de la República, sino por los alcaldes distritales, cuya actuación deja mucho que desear en materia de honestidad y eficiencia en el manejo de las finanzas municipales. El presidente García ha evocado la “Cooperación Popular” creada por el ex Presidente Fernando Belaúnde Terry en la década de los 60 y mantenida hasta fines de los 80, cuyo funcionamiento dejó como saldo muchos enriquecimientos personales y pequeñas obras que se deterioraron rápidamente. Esta misma experiencia nos han dejado los “entes ejecutores” creados por el fujimontesinismo en los 90.
Sin embargo, considerando la inconsistencia técnica de los “núcleos ejecutores”, los objetivos políticos de su creación deben ser tenidos en cuenta.
En primer lugar, el gobierno aprista pretende competir con los gobiernos municipales y regionales en la organización de la población a través de la entrega de dinero para pequeñas obras, ganar terreno y conquistar municipalidades y gobiernos regionales. En tal sentido, el gobierno central paralelizará, con más fuerza, a los gobiernos municipales y regionales actuales, debilitará su presencia en la población y serán más vulnerables para la competencia electoral del 2010.
En segundo lugar, los núcleos ejecutores se convertirán en mecanismos de proselitismo político a nivel nacional, con la prebenda de los fondos cuya administración honesta nadie podrá garantizar ni mucho menos fiscalizar.
En tercer lugar, el gobierno busca que la población incursa en la realización de las pequeñas obras, con ingresos temporales mínimos, postergue, ocasionalmente, sus demandas y contribuya a la “paz social” para aislar de las masas a las organizaciones populares, fuerzas políticas progresistas y sus dirigentes.
El presidente García fue al Congreso a anunciar lo que ya había planificado, de tal manera que al día siguiente fueron juramentados los núcleos ejecutores “elegidos” en Lima. No fue una propuesta, sino una decisión ya tomada, siguiendo el libreto fujimontesinista: “primero hago y después anuncio”.
La “descentralización popular” se convierte, así, en manipulación abierta a los sectores populares para cosechar adhesiones políticas. Es indudable que todos los alcaldes oportunistas, que son la mayoría, se adherirán al plan electoral del gobierno y hasta se convertirán en aliados políticos para mantener su pequeño poder. Esta posibilidad existe en nuestro país teniendo en cuenta la experiencia del transfuguismo y el independentismo, tan promovidos por el individualismo neoliberal y aprovechados por el fujimontesinismo en su oportunidad. El propio diario limeño La República (edición citada), con un titular engañoso (“¡EN SUS TRECE!”), hace un comentario encomioso del mensaje presidencial.
1 comentario:
bien interesante profesor =)! (keides)
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