José Ramos Bosmediano.
Hoy día, 2i de setiembre,
amanecimos en el Perú con una noticia indignante relacionada con nuestra
universidad pública: la histórica Universidad Nacional Mayor de San Marcos
(UNMSM), a la que denominamos con orgullo “La Decana de América”, otorgará el
título de honoris causa a un grupo de 12 parlamentarios en actividad (La
República de Lima, 21/09/2012, p. 12).
Entre el merecimiento y el cálculo político
El título de honoris causa
equivale, académicamente, a un doctorado para la persona a la que le otorga una
universidad. Es un merecimiento por el
aporte cultural, científico, artístico o de carácter académico. No se requiere comprobar el merecimiento a
través de un proceso de evaluación concreta como es el caso de los doctorados
ordinarios. Se basa, estrictamente, en
la valoración de la trayectoria del homenajeado, sus aportes en los temas que
hemos mencionado. Así, nadie pondría en
tela de juicio el honoris causa otorgado a don Luis Alberto Sánchez, a don
Mario Vargas Llosa, a don Luis Jaime Cisneros, a don Hugo Pesce, en fin, a
tantos otros que han enriquecido la ciencia, la cultura, el arte, o que han
producido una trayectoria de docencia universitaria trascendente. Esta ha sido siempre la visión que se ha
tenido de los doctorados honoris causa.
El doctorado honoris causa no
solamente es un homenaje al que lo recibe, sino también un honor para la propia
universidad que otorga el premio, pues se sabe también orgullosa de tener en su
historia académica un nombre de gran valor cultural y científico. El otorgamiento no es un mero trámite
burocrático ni el resultado de la amistad o del cálculo político como
agradecimiento a ciertos favores legislativos o gubernamentales, o simplemente
económico. De ser así cualquier
profesional, por el simple hecho de tener cierto poder político o económico
sería merecedor de tan importante título.
Estas últimas causales han venido motivando muchos honoris causa en
nuestro país, como el que se va a producir el 12 de octubre del 2022.
No olvidemos que este
despropósito también fue cometido por la Universidad norteamericana de
Pittsburgh cuando otorgó el mencionado título al dictador y analfabeto cultural
Leónidas Trujillo, por supuesto porque su dictadura favorecía el dominio
imperial de Estados Unidos en la República Dominicana.
Nuestra Universidad Decana y su
decadencia académica
Los últimos dos rectorados de la
UNMSM son el producto no solamente de los arreglos político-burocráticos de quienes han decidido asignarles esa
función al ex Rector Luis Izquierdo
Vásquez y al actual, Pedro Cotillo Zegarra,
ambos con actuaciones deplorables para esa universidad.
El Rector de una universidad no
solamente debe ser un profesor honorable y con nivel académico superior, sino
un hombre capaz de mirar la vida universitaria como un proceso de desarrollo
incesante de la enseñanza y la investigación, siendo él mismo un investigador,
que no un simple administrador de la pobreza de nuestras universidades
públicas.
Que la universidades privadas
otorguen los honoris causa según sus intereses privados, no nos importa, pues
esas universidades, tal vez con alguna excepción, no son sino empresas
dedicadas a lucrar con la enseñanza. Los
honoris causa, para ellas, no son sino recursos publicitarios cuando otorgan
ese premio a personalidades con prestigio intelectual.
Lo que ahora está ocurriendo en
San Marcos, especialmente desde los dos últimos rectorados (2006-20011/2011-), es la distribución de honoris causa con
criterios que nada tienen que ver con el significado de tan importante título. De los últimos honoris causa otorgados por la
UNMSM a nuestros intelectuales nacionales, el único que hace honor a la
universidad Decana es el que recibió Mario Vargas Llosa, al margen de nuestras
discrepancias con sus posiciones ideológicas y políticas de signo
neoliberal.
Estamos, pues, frente a una
decadencia académica de nuestra universidad pública, a la incapacidad de sus
autoridades para pensar en una educación superior digna de ese nombre. Al frente de una universidad empobrecida por
el proyecto neoliberal de privatización de la enseñanza, estas autoridades
universitarias carecen de capacidad para luchar por una nueva reforma
universitaria que vaya más allá del cálculo de votos en la Asamblea
Universitaria o en su alternativa mediocre de “voto universal”.
Los nuevos doctores honoris causa
¿Quién o quiénes, entre los
parlamentarios actuales en el Perú, merecen un honoris causa de nuestras
universidades públicas? Con todo respeto
para algunos parlamentarios honestos, ninguno, por más profesionales que sean y
que sumen a su título profesionales otros grados académicos.
No conocemos las motivaciones que
han determinado la decisión de la Universidad de San Marcos para el otorgamiento
del título honorífico a un grupo de 12 parlamentarios, encabezados por el
Presidente del Congreso. ¿Qué son ex
alumnos de la UNMSM? Podría ser. Pero este criterio es totalmente deleznable,
aun cuando se una a él el criterio del cargo político que hoy ostentan. De ser así, las autoridades universitarias
estarían demostrando su más débil visión de la universidad y de la cultura como
creación humana colectiva e individual.
Pero cojamos solo dos ejemplares
de los futuros doctores honoris causa de la UNMSM. Está el congresista y médico Alejandro
Aguinaga Recuenco, Fujimorista y uno de los impulsores de las esterilizaciones
forzadas a mujeres pobres durante el régimen dictatorial del ladrón y criminal
Alberto Fujimori (1990-2000). También
será doctor honoris causa el abogado, también fujimorista, Néstor Valqui Matos,
sentenciado por proxenetismo, pues ha sido propietario de una discoteca
dedicada a la trata y explotación de mujeres.
Por los arreglos propios de los grupos parlamentarios, ha sido
exceptuado de castigo en el actual parlamento; pero es la UNMSM la que refrenda
la “honorabilidad” de este ciudadano.
Como se ve, estos dos personales,
en el mejor de los casos, merecen la inhabilitación de sus títulos
universitarios, pues Aguinaga, como galeno, en lugar de defender la vida humana,
la ha asesinado en un proceso de control de la natalidad ostensiblemente
neomalthusiano. El segundo, Valqui, en
lugar de defender la dignidad de las personas, como abogado, se ha dedicado a
comerciar con la pobreza de mujeres sometidas
a la prostitución. Los demás parlamentarios del grupo no solamente deben
evaluar si son merecedores del título honoris causa, sino deberían, por lo
menos, diferenciarse de los
parlamentarios Aguinaga y Valqui.
Tratándose del Congreso de la
República, las autoridades de la UNMSM parecen inmunes a la decisión nefasta de
los legisladores que han aprobado una Ley que ordena a las universidades
públicas usar sus recursos propios para el aumento de las remuneraciones de los
profesores y personal administrativo, liberando al gobierno central, por
imposición del Banco Mundial, de su obligación de incrementar el presupuesto
para la educación en el Perú. Todas las universidades se han pronunciado contra
esa Ley, pero hoy la “Decana de América” premia a los parlamentarios que
cercenan el derecho a la educación.
Así estamos en el Perú. Nuestra universidad pública no solo sufre una
crisis académica,, económica y administrativa, sino también una crisis
moral. Con estas autoridades universitarias
no llegaremos a superar la crisis. En
estas condiciones el gobierno actual puede seguir destruyendo la universidad
pública y apuntalando más el negocio educativo de las universidades privadas.
Lima, setiembre 21 del 2012
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