sábado, 22 de septiembre de 2012

Educación universitaria y los honoris causa.


José Ramos Bosmediano.

Hoy día, 2i de setiembre, amanecimos en el Perú con una noticia indignante relacionada con nuestra universidad pública: la histórica Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), a la que denominamos con orgullo “La Decana de América”, otorgará el título de honoris causa a un grupo de 12 parlamentarios en actividad (La República de Lima, 21/09/2012, p. 12).

Entre el merecimiento y  el cálculo político

El título de honoris causa equivale, académicamente, a un doctorado para la persona a la que le otorga una universidad.  Es un merecimiento por el aporte cultural, científico, artístico o de carácter académico.  No se requiere comprobar el merecimiento a través de un proceso de evaluación concreta como es el caso de los doctorados ordinarios.  Se basa, estrictamente, en la valoración de la trayectoria del homenajeado, sus aportes en los temas que hemos mencionado.  Así, nadie pondría en tela de juicio el honoris causa otorgado a don Luis Alberto Sánchez, a don Mario Vargas Llosa, a don Luis Jaime Cisneros, a don Hugo Pesce, en fin, a tantos otros que han enriquecido la ciencia, la cultura, el arte, o que han producido una trayectoria de docencia universitaria trascendente.  Esta ha sido siempre la visión que se ha tenido de los doctorados honoris causa.


El doctorado honoris causa no solamente es un homenaje al que lo recibe, sino también un honor para la propia universidad que otorga el premio, pues se sabe también orgullosa de tener en su historia académica un nombre de gran valor cultural y científico.  El otorgamiento no es un mero trámite burocrático ni el resultado de la amistad o del cálculo político como agradecimiento a ciertos favores legislativos o gubernamentales, o simplemente económico.  De ser así cualquier profesional, por el simple hecho de tener cierto poder político o económico sería merecedor de tan importante título.  Estas últimas causales han venido motivando muchos honoris causa en nuestro país, como el que se va a producir el 12 de octubre del 2022.

No olvidemos que este despropósito también fue cometido por la Universidad norteamericana de Pittsburgh cuando otorgó el mencionado título al dictador y analfabeto cultural Leónidas Trujillo, por supuesto porque su dictadura favorecía el dominio imperial de Estados Unidos en la República Dominicana.  

Nuestra Universidad Decana y su decadencia académica

Los últimos dos rectorados de la UNMSM son el producto no solamente de los arreglos político-burocráticos  de quienes han decidido asignarles esa función  al ex Rector Luis Izquierdo Vásquez y al actual, Pedro  Cotillo Zegarra, ambos con actuaciones deplorables para esa universidad.

El Rector de una universidad no solamente debe ser un profesor honorable y con nivel académico superior, sino un hombre capaz de mirar la vida universitaria como un proceso de desarrollo incesante de la enseñanza y la investigación, siendo él mismo un investigador, que no un simple administrador de la pobreza de nuestras universidades públicas. 

Que la universidades privadas otorguen los honoris causa según sus intereses privados, no nos importa, pues esas universidades, tal vez con alguna excepción, no son sino empresas dedicadas a lucrar con la enseñanza.  Los honoris causa, para ellas, no son sino recursos publicitarios cuando otorgan ese premio a personalidades con prestigio intelectual.  

Lo que ahora está ocurriendo en San Marcos, especialmente desde los dos últimos rectorados (2006-20011/2011-),  es la distribución de honoris causa con criterios que nada tienen que ver con el significado  de tan importante título.  De los últimos honoris causa otorgados por la UNMSM a nuestros intelectuales nacionales, el único que hace honor a la universidad Decana es el que recibió Mario Vargas Llosa, al margen de nuestras discrepancias con sus posiciones ideológicas y políticas de signo neoliberal.   

Estamos, pues, frente a una decadencia académica de nuestra universidad pública, a la incapacidad de sus autoridades para pensar en una educación superior digna de ese nombre.  Al frente de una universidad empobrecida por el proyecto neoliberal de privatización de la enseñanza, estas autoridades universitarias carecen de capacidad para luchar por una nueva reforma universitaria que vaya más allá del cálculo de votos en la Asamblea Universitaria o en su alternativa mediocre de “voto universal”.  

Los nuevos doctores honoris causa

¿Quién o quiénes, entre los parlamentarios actuales en el Perú, merecen un honoris causa de nuestras universidades públicas?  Con todo respeto para algunos parlamentarios honestos, ninguno, por más profesionales que sean y que sumen a su título profesionales otros grados académicos. 

No conocemos las motivaciones que han determinado la decisión de la Universidad de San Marcos para el otorgamiento del título honorífico a un grupo de 12 parlamentarios, encabezados por el Presidente del Congreso.  ¿Qué son ex alumnos de la UNMSM?  Podría ser.  Pero este criterio es totalmente deleznable, aun cuando se una a él el criterio del cargo político que hoy ostentan.  De ser así, las autoridades universitarias estarían demostrando su más débil visión de la universidad y de la cultura como creación humana colectiva e individual. 

Pero cojamos solo dos ejemplares de los futuros doctores honoris causa de la UNMSM.  Está el congresista y médico Alejandro Aguinaga Recuenco, Fujimorista y uno de los impulsores de las esterilizaciones forzadas a mujeres pobres durante el régimen dictatorial del ladrón y criminal Alberto Fujimori (1990-2000).  También será doctor honoris causa el abogado, también fujimorista, Néstor Valqui Matos, sentenciado por proxenetismo, pues ha sido propietario de una discoteca dedicada a la trata y explotación de mujeres.   Por los arreglos propios de los grupos parlamentarios, ha sido exceptuado de castigo en el actual parlamento; pero es la UNMSM la que refrenda la “honorabilidad” de este ciudadano.  

Como se ve, estos dos personales, en el mejor de los casos, merecen la inhabilitación de sus títulos universitarios, pues Aguinaga, como galeno, en lugar de defender la vida humana, la ha asesinado en un proceso de control de la natalidad ostensiblemente neomalthusiano.  El segundo, Valqui, en lugar de defender la dignidad de las personas, como abogado, se ha dedicado a comerciar con la pobreza de mujeres sometidas  a la prostitución. Los demás parlamentarios del grupo no solamente deben evaluar si son merecedores del título honoris causa, sino deberían, por lo menos,  diferenciarse de los parlamentarios Aguinaga y Valqui. 

Tratándose del Congreso de la República, las autoridades de la UNMSM parecen inmunes a la decisión nefasta de los legisladores que han aprobado una Ley que ordena a las universidades públicas usar sus recursos propios para el aumento de las remuneraciones de los profesores y personal administrativo, liberando al gobierno central, por imposición del Banco Mundial, de su obligación de incrementar el presupuesto para la educación en el Perú. Todas las universidades se han pronunciado contra esa Ley, pero hoy la “Decana de América” premia a los parlamentarios que cercenan el derecho a la educación. 

Así estamos en el Perú.  Nuestra universidad pública no solo sufre una crisis académica,, económica y administrativa, sino también una crisis moral.  Con estas autoridades universitarias no llegaremos a superar la crisis.  En estas condiciones el gobierno actual puede seguir destruyendo la universidad pública y apuntalando más el negocio educativo de las universidades privadas.  

Lima, setiembre 21 del 2012

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