(A propósito de “Beca
18” del gobierno del Presidente Ollanta Humala)
José Ramos
Bosmediano, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas
(Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)
En la educación moderna las becas
forman parte de las condiciones excepcionales de estudio para aquellos alumnos
que tienen aptitudes para la investigación científica y tecnológica, dentro o
fuera del país, con el fin de contribuir al desarrollo del conocimiento básico
y aplicado. Desde esta perspectiva, no
es un instrumento al servicio de un grupo con el criterio de la selección de
becarios por razones de pobreza, supuesto el hecho de que para toda la
población de un país deben existir las mismas condiciones para el ejercicio del
derecho a la educación gratuita. Para
profesionalizarse y ejercer la profesión elegida, basta estudiar en el sistema
educativo regular, para lo cual el Estado debe dotar de todas las condiciones
necesarias y suficientes, lo que obliga a establecer un sistema educativo
democrático e integral, basado, fundamentalmente, en el principio de la
justicia.
Cuando el Presidente Ollanta
Humala ofreció, durante su campaña
electoral la “revolución educativa” para el Perú, consideró que “Beca 18”
funcionaría dentro de un nuevo sistema educativo, diferente al que nos han
dejado los gobiernos de Fujimori, Toledo y Alan García Pérez, que echa agua por
todas partes porque ha fracasado no solamente por su insolvencia científica y
académica, sino por su pobreza moral, como lo demuestran, entre otros, los
casos de los negocios privados con los “textos escolares”, la tramposa y
discriminadora construcción de los llamados “colegios emblemáticos”, la
presencia de negociantes de la educación en el Ministerio de Educación, los
concursos estandarizados e irregulares para plazas docentes, la proliferación
de universidades privadas y públicas con criterios de lucro y de clientelismo
político, respectivamente. Pretender
remendar este sistema fracasado con “Beca 18” o con “Cuna Más”, es seguir con
la misma engañifa de siempre: medidas demagógicas para que todo siga igual.
La demagogia y el
empirismo del Viceministro Bolaños
Al anunciar que en el año 2012
habrá 200 becas para los universitarios de los distritos más pobres de Lima,
Fernando Bolaños, Viceministro de Gestión Institucional del Ministerio de
Educación, pretende entregar la idea de hacer justicia en materia de educación
y que, gradualmente, toda la juventud peruana logrará proseguir sus estudios superiores, ilusión
que solamente pueden hacerse aquellos que tienen del derecho a la educación una
concepción asistencialista, mas no integral ni universal (Véase entrevista en
La República, domingo 26/02/2012, Lima, p. 32).
En lugar de apuntalar el rol
directriz de las universidades públicas que existen en todo el país,
potenciarlas económica y académicamente, han decidido distribuir el presupuesto
para las becas también entre las universidades privadas, supuestamente elegidas
por su “calidad”. Es decir, se pone el
presupuesto de educación “Beca 18” al servicio del lucro de la educación
privada. Y no puede ser de otra manera
por cuanto la plana mayor del Ministerio de Educación sigue siendo la
representación neta de la empresa privada en educación, además de ser expresión
fehaciente de la pedagogía confesional predominante en el Perú colonial y
poscolonial, hecho que se manifiesta, en estos tiempos, en la pugna por la
propiedad de la Universidad Católica, supuestamente disputada entre “pluralistas”
y fundamentalistas.
Al referirse a las profesiones
que se ofrecerán a los becarios, Bolaños señala que la prioridad son las
carreras “de ciencia y tecnología para favorecer el desarrollo científico y
tecnológico del país”; pero, contradictoriamente, afirma a continuación que los
egresados podrán tener trabajo por 3 años por lo menos en las regiones donde
los necesiten. ¿Cuál es, entonces, el
rumbo del desarrollo científico y tecnológico del Perú con “Beca 18”?
Tampoco es verdad que en el Perú sobran los
médicos y enfermeros, afirmación que solo puede provenir de quienes no conocen
el abandono de centros de salud y de enfermos que se hacinan en los hospitales
del Ministerio de Salud, además de la inexistencia de centros de salud en
muchos pueblos del país.
Pero el empirismo pedagógico es
también otro de los componentes del actual Ministerio de Educación del Perú,
herencia de la saga pragmatista que viene, por lo menos, desde la propia
reforma educativa de la dictadura militar de fines de los 60 y todos los años
70 del siglo XX en el Perú. Privilegiar las profesiones técnicas y soslayar la
formación humanista de nuestra juventud refleja la concepción dicotómica entre
ciencia y humanismo, como si fueran excluyentes en el proceso de la formación
humana integral. Pero en el sentido de
las profesiones que requerimos, especialmente en las áreas poblacionales de los
distritos pobres de las ciudades y del medio rural andino-amazónico, requerimos
profesionales de las ciencias sociales (antropólogos, sociólogos, psicólogos,
lingüistas, investigadores sociales, etc.).
Por donde se lo mire, “Beca 18”
no solamente está plagada de concepciones asistencialistas y empiristas, sino que es, apenas, un programa
más que carece de sustento programático para una nueva educación en el Perú.
Con el viejo eslogan de “favorecer a los que más lo necesitan” (fujimoristas-neoliberales
dixit), los actuales administradores de la educación peruana se han propuesto
seguir manteniendo la crisis educativa y la privatización de la enseñanza.
Lima, febrero 27 del
2012
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